Belgrano y las Invasiones Inglesas 1806 y 1807
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX se enfrentan Francia e Inglaterra en búsqueda del predominio europeo. En estos conflictos se ve arrastrada España, aliada de la primera. Su repercusión en el Río de la Plata desencadenará una serie de acontecimientos decisivos para la Historia de la patria que afectarán el sistema colonial hispano, dando a nuestro pueblo la primera oportunidad de manifestar su soberanía. Entonces Manuel Belgrano hace sus primeros ensayos militares.
Frente a una posible agresión portuguesa o británica, naciones entonces aliadas, el Virrey Melo de Portugal y Villena, obedeciendo órdenes expresas de la corona, toma las medidas defensivas pertinentes, entre ellas, la designación de Belgrano como capitán de milicias urbanas de infantería, el 7 de marzo de 1797. En un primer momento ese será un empleo honorífico, ya que aún no tendrá posibilidad de una actuación directa.
Cuando a principios de junio de 1806, el vigía de Maldonado avista la presencia de naves enemigas, el Virrey Marqués de Sobremonte reconcentra en la Banda Oriental las tropas regulares y en la Capital sólo toma medidas en relación a las milicias. El 9 de junio de 1806, Belgrano es designado capitán graduado agregado al Batallón de Milicias Urbanas de Buenos Aires. Se le ordena la formación de una compañía de caballería con jóvenes del comercio, y le ofrecen oficiales veteranos para la instrucción de aquella. Belgrano tiene dificultades para alistar a los jóvenes dado el odio que había a la milicia en Buenos Aires.
Belgrano narra en su Autobiografía la indignación ante la invasión inglesa “…todavía fue mayor mi incomodidad cuando vi entrar las tropas enemigas y su despreciable número… esta idea no se apartó de mi imaginación y poco faltó para que me hubiese hecho perder la cabeza :me era muy doloroso ver a mi patria bajo otra dominación …”
Las tropas inglesas comandadas por William Carr Beresford se dirigen sobre la capital, en tanto el Virrey Sobremonte, según un plan preestablecido, dispone el envío de los caudales al interior y se retira hacia Córdoba. Los tesoros caen en manos inglesas y el 27 los invasores ocupan el fuerte de Buenos Aires. Se firma la capitulación el 2 de julio. El jefe inglés toma entonces el juramento de fidelidad a su Majestad Británica a las autoridades civiles y militares de la plaza. Belgrano para no prestar juramento se dirige a la capilla de Mercedes.
Pronto la ciudad se transforma en punto neurálgico de conspiraciones y planes para acabar con el dominio inglés. Los criollos de la ciudad y la campaña organizan las acciones, encabezados por tropas formadas en Montevideo al mando de Santiago de Liniers. Belgrano se entera en su retiro del proyecto y se dispone a pasar a la capital para participar en la lucha, cuando recibe la noticia de la heroica reconquista de Buenos Aires del día 12 de agosto. Beresford capitula y Belgrano se apresta a retornar.
En medio del regocijo popular un cabildo abierto reunido el 14 de agosto, quita al Virrey el mando militar de Buenos Aires, que debe delegarlo en Liniers, y dispone la organización de cuerpos armados para asegurar la defensa de la plaza.
Los habitantes de Buenos Aires comienzan a agruparse según su origen, en cuerpos de voluntarios bajo la dirección de Liniers; Belgrano participa activamente en la formación de los mismos. En tanto decide tomar lecciones básicas sobre milicias y el manejo de las armas. Sobremonte lo designa en 1806 como sargento mayor de la Legión de Patricios voluntario urbanos de Buenos Aires. Pero la necesidad de asumir nuevamente su empleo de Secretario del Consulado, hace que pida prontamente su baja. Sin embargo, cuando Whitelocke desembarca sus tropas en las inmediaciones de la Ensenada de Barragán, Belgrano actúa en la defensa de la ciudad como Ayudante de Campo del Cuartel Maestre General Balbiani.
Nuevamente son vencidos los ingleses y los criollos, artífices del triunfo, toman conciencia de sus fuerzas. La crisis del sistema colonial español acelera la posibilidad de nuestra independencia. Así lo estima Belgrano al conversar con el brigadier general Crawford, estando éste prisionero; “nos faltaba mucho para aspirar a la empresa …Pero, pasa un año, y he ahí que sin que nosotros hubiéramos trabajado para ser independientes, Dios mismo nos presenta la ocasión…”.