Genealogía

Sus hijos

Belgrano en su testamento expresa que no tiene ascendientes ni descendientes, cuando en realidad dejaba en este mundo, un niño de siete años, llamado Pedro Pablo y una criatura de un año de edad que tenía por nombre Manuela Mónica del Corazón de Jesús.

¿Cuál fue la razón por la cual el prócer oculta al redactar su última voluntad la existencia de sus vástagos?

La respuesta la podemos encontrar, por un lado en la vida azarosa y sacrificada que llevó Belgrano al servicio de la patria, recorriendo los caminos del país al frente de ejércitos para lo que no había sido formado, pues el viajó a los 16 años a España, estudiando derecho en las universidades de Salamanca y Valladolid, graduándose de abogado; regresando luego a Buenos Aires como Secretario del flamante consulado recién creado en el Virreinato del Río de la Plata, en que tuvo un desempeño destacadísimo durante quince años que se reflejó, en las Memorias Anuales que redactó.

Pero su formación religiosa y liberal, entonces denominada fisiocrática, lo llevaron a constituirse en el orientador del pensamiento de los hombres de mayo, formar parte de la Primera Junta de gobierno y luego ser puesto al frente primero del Ejército al Paraguay y luego del Alto Perú.

Luego de su regreso de España, en 1802, conoció en un sarao que se realizó en la casa de la familia de Mariano Altolaguirre, a una porteña muy bien parecida, de 18 años llamada María Josefa Ezcurra, de la que se enamoró, iniciando un noviazgo con la misma. El padre de la señorita, Juan Ignacio Ezcurra, no aprobó dicho idilio, con el argumento de que el padre de Belgrano había sido un comerciante muy rico, pero por contingencias de la vida y de los negocios, se vió menguado su patrimonio Dentro de esa concepción especulativa, obligó a casarse a su hija con un primo venido de la ciudad Pamplona, España, que instaló en Buenos Aires un próspero negocio de venta de paños.

El matrimonio no fue muy armonioso y al producirse el movimiento emancipador en mayo de 1810, el marido de María Josefa se pronunció por la causa del rey y viajó a Cádiz, España, dejando a su esposa en Buenos Aires, reanudándose el idilio con Belgrano.

Cuando nuestro prócer fue nombrado Comandante del Ejército del Alto Perú en 1812, María Josefa Ezcurra viajó a Jujuy en mensajería y tras 50 días llegó a Jujuy donde se reunió con el hombre que amaba. Participó junto a él en el Éxodo Jujeño y presenció la batalla de Tucumán, quedando embarazada y dando lugar al nacimiento de Pedro Pablo Rosas y Belgrano.

La hija menor de nuestro héroe, Manuela Mónica Belgrano, fue fruto de un idilio de Belgrano en Tucumán, durante su segundo comando del Ejército del Norte, con una joven tucumana llamada Dolores Helguero.

Suponemos que el hecho de que el nacimiento de ambos niños, no respetara las rigurosas normas éticas de la época y para no poner en evidencia a las madres, motivó la declaración testamentaria expresada, que no dejaba descendientes.

No obstante, Belgrano, antes de morir, instruyó a su hermano el Canónigo Joaquín Eulogio Estanislao Belgrano, a quien nombró su heredero y albacea, para que su familia velara por el futuro de su hija y le asignara en el futuro filiación.

Buenos Aires, junio de 2001
Grl. Isaías José García Enciso Vicepresidente 1º Instituto Nacional Belgraniano

 

 

 

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