La formación intelectual de Manuel Belgrano, de carácter enciclopedista, adquirida en Europa, es la ideal de todo periodista. Tenía un buen conocimiento de varias lenguas como el francés, italiano e inglés, lo que le posibilita el acceso directo a diversas fuentes de conocimiento, como el contacto personal con autoridades y personajes relevantes de su época.
Tiene especial vocación por el estudio de la economía política y del derecho público, y ha de volcar sus conocimientos en el incipiente periodismo del Río de la Plata.
Los más desconocidos antecedentes de Manuel Belgrano como cronista -bien dice Armando Alonso Piñeiro – no figuran en los tres diarios clásicos de la Colonia, sino en las actas del Real Consulado de Buenos Aires. Belgrano se convirtió entonces en cronista de viajeros, correspondiéndole en realidad el título de “primer cronista argentino de viajeros”, aunque sus experiencias escritas no fueran dadas a publicidad sino modestamente relegadas a los documentos del Real Consulado, simplemente por el hecho de que el incipiente periodismo de la época estaba animado por otras inquietudes.
Siendo secretario del Consulado, Belgrano hace que ese cuerpo se suscriba a diferentes periódicos europeos como el “Almanak Mercantil”, el “Correo Mercantil” y el “Semanario de Agricultura’’, de origen madrileño los dos últimos.
Su actividad periodística comienza en el “Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata”, que empieza a publicarse el primero de abril de 1801, fundado y dirigido por el militar, abogado y escritor Francisco Antonio Cabello y Mesa. Aparece primero dos veces a la semana y luego se transforma en un semanario dominical. Tiene licencia oficial exclusiva y es sostenido por la contribución de casi doscientos suscriptores. Este primer periódico editado en Buenos Aires está destinado a la divulgación de ideas de interés general, artículos acerca de la agricultura, el comercio, el progreso, los precios en plaza, los recursos provinciales, etc.
Según consideran algunos estudiosos, Belgrano es el inspirador de Cabello y Mesa en la fundación de ese periódico y colabora en sus páginas junto a Juan José Castelli, Julián de Leiva, Domingo de Azcuénaga y otros.
Comienzan ciertas desinteligencias entre Belgrano y Cabello y Mesa, el Consulado le retira su apoyo y el 17 de octubre de 1802 deja de publicarse. El semanario, del que se habían editado ciento diez números, es clausurado por orden del Virrey del Pino.
Un mes antes de dejar de circular el “Telégrafo Mercantil”, aparece el “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”, bajo la dirección de un comerciante criollo llamado Juan Hipólito Vieytes que llega a publicar 218 números, entre el 2 de septiembre de 1802 y el 11 de febrero de 1807. La publicación cuenta con los auspicios del Real Consulado y se transforma en un verdadero vocero de ese organismo, al demostrar los beneficios de las teorías económicas vigentes en Europa y defendidas por Belgrano.
Propicia el fomento de la industria, del libre comercio y sobre todo de la agricultura, según la corriente fisiocrática. Desarrolla las teorías enunciadas por Belgrano en sus Memorias económicas.
El “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio” deja de circular a comienzos de 1807 a causa de la grave situación que enfrenta Buenos Aires con la amenaza de una nueva invasión de fuerzas inglesas, acantonadas en Montevideo.
El 23 de mayo de 1807, los ingleses inician en Buenos Aires, la edición de un periódico bilingüe – inglés –español- que llaman “La Estrella del Sur”. Se publican siete números con la finalidad de alentar a los criollos a independizarse de España y adoptar el sistema de libre comercio que posibilite la introducción de los productos británicos.
En Buenos Aires, entre octubre de 1809 y enero de 1810, por disposición de Cisneros se edita la “Gaceta del Gobierno de Buenos Aires”, destinada a difundir textualmente los documentos oficiales.
El 3 de marzo de 1810, con la aprobación del Virrey Cisneros, se edita el “Correo de Comercio”, siendo los redactores Manuel Belgrano e Hipólito Vieytes. El periódico abarca 58 números, siendo el último ejemplar el del 5 de abril de 1811. La publicación se cierra sin aviso previo, estando Belgrano, su fundador, fuera de la capital.
Manuel Belgrano, siendo Brigadier General de Ejército, al frente de la división acantonada en Tucumán, publica un semanario que llama “Diario Militar del Ejército Auxiliador del Perú”. Es un pliego informativo que divulga las noticias de carácter militar, referentes a las alternativas de la campaña; aunque sin dejar de lado los principios morales que según la opinión de Belgrano debían impartírsele a la tropa. La redacción se confía al general chileno Manuel Antonio Pinto, o bien, a Patricio Sánchez de Bustamante, secretario del comandante en jefe. Se publican 78 números entre el 10 de julio de 1817 al 31 de diciembre del año siguiente.
La vocación periodística de Belgrano se extiende con igual sentido didáctico ahora frente al soldado, procurando infundir los valores de abnegación y patriotismo, en la Patria Naciente.
Temas desarrollados por Belgrano en periódicos coloniales
Los temas desarrollados por Belgrano en el Correo de Comercio coinciden con los expuestos en las Memorias Consulares, guardando una apariencia conciliadora con las autoridades virreinales, para ocultar el verdadero sentido revolucionario de sus artículos. Prueba de ello es lo que elabora en vísperas de la Revolución de Mayo con el título: “Causas de la Destrucción o de la Conservación y engrandecimiento de las Naciones”. Aquel breve ensayo, según palabras de Belgrano:
“…contentó a los de nuestro partido como a Cisneros, y cada uno aplicaba el ascua a su sardina, pues todo se atribuía a la unión y desunión de los pueblos”.
Belgrano critica duramente la desunión, que ocasiona grandes males
“…basta la desunión – dice en la primera plana del sábado 19 de mayo de 1810 – para originar las guerras civiles,
para dar entrada al enemigo por débil que sea, para arruinar el Imperio más floreciente”.
Varios artículos se ocupan de la agricultura como uno de los elementos básicos para lograr la riqueza de una Nación. Véase Correo de Comercio del 3 de marzo de 1810 y del 14 de abril del mismo año.
Se ocupa asimismo de la reparación de caminos, creación de puentes, apertura de canales, establecimiento de riegos, introducción de máquinas para facilitar la labranza y el transporte de los productos.
En otros ejemplares, se hace referencia a las numerosas dificultades que afectan las tareas de los labradores, el poco amor al trabajo de los peones, y a los usureros “que tragan sustancia del pobre y aniquilan al ciudadano”.
Propone iniciar en toda la campaña el empadronamiento del ganado, para evitar el cuatrerismo.
Publica el 14 de abril de 1810, un artículo que denomina “Estadística”, para resaltar la importancia de esta ciencia en el fomento de la agricultura, industria y comercio de una Nación.
Basándose en los informes de los Diputados del Consulado, describe en diversos artículos a las distintas regiones de manera pormenorizada, ya sea desde el punto de vista geográfico, económico e histórico.
Otro de los temas que lo preocupan es la educación, siendo una constante en su vida. Belgrano preconiza las virtudes de la educación “… persuadido de que la enseñanza es una de las primeras obligaciones para prevenir la miseria y la ociosidad…”.
Sus primeros trabajos periodísticos sobre educación se publican en el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, en 1802; el artículo se llama “Educación Moral” y luego publica “Educación político-moral” en los números siguientes. Se dirige a los jóvenes destacándoles el esplendor del Estado, con una crecida población de “hombres industriosos y ocupados”, a lo que es necesario agregársele la formación moral y cristiana de los mismos, “único molde en que pueden vaciarse los hombres grandes”.
En setiembre de 1805, publica un artículo bajo el título “Educación”, ocupándose de la enseñanza de los niños, a quienes debe instruirse correctamente en el conocimiento de la geometría, la geografía, la práctica y teoría de la agricultura, además de la lectura y escritura. Le dice a los padres:
“El amor a nuestros semejantes es obra de la naturaleza; pero el dirigirnos hacia los deberes de verdaderos ciudadanos es una sagrada obligación que nos impone la sociedad..”
En el Telégrafo Mercantil y en una edición extraordinaria del Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, se publican los discursos que como Secretario del Consulado, pronuncia durante la clausura de los certámenes públicos de la Academia de Náutica, de marzo de 1802 y enero de 1806.
En el Correo de Comercio se refleja la inquietud de Belgrano por modificar el sistema de la enseñanza de las primeras letras en el Virreinato; propone someter a las escuelas a inspecciones periódicas para sacarlas del abandono y fundar otras en la campaña, gratuitas, costeadas por la villas y ciudades. Merece ser especialmente destacada su preocupación por la educación de la mujer. En ejemplares de fines de julio de 1810 expresa que el Estado tiene la obligación de atender por igual a la educación de la mujer, a fin de generalizar las buenas costumbres, señalando que “por desgracia el sexo que principalmente debe estar dedicado a sembrar las primeras semillas lo tenemos condenado al imperio de las bagatelas y de la ignorancia”. Por entonces, existía una sola escuela pública para niñas en Buenos Aires, el Colegio de Huérfanas de San Miguel.
Otro de los aspectos importantes, es el sentido que Manuel Belgrano le asigna a la prensa, considerándola un elemento insustituible de divulgación de la cultura y por lo tanto, debe permanecer íntimamente unida al principio de libertad. Se ocupó del tema en un artículo que titula ’’La libertad de la prensa es la principal base de la ilustración pública”, publicado en el Correo de Comercio del día 11 de agosto de 1810.
No es de extrañar entonces que el 8 de noviembre de 1811, el Cabildo de Buenos Aires lo designe elector nato para la Junta Protectora de la Libertad de Imprenta.