Belgrano y...

La Escuela Náutica

Belgrano, siendo Secretario del Consulado, en la primera de sus Memorias, del 15 de julio de 1796, plantea entre otros temas – como el fomento de la agricultura; la creación de escuelas para niñas, para incorporar a la mujer al mundo del trabajo, y de una escuela de comercio – la creación de una escuela de náutica. Lo hace con estas palabras: “…pero sí digo a V.V.S.S., que es forzoso se ponga igualmente como medio de la protección del comercio una escuela de náutica sin cuyos principios nadie pudiese ser patrón de lancha en este río y hubiese jóvenes a quien echar mano para las embarcaciones que vienen de España, caso de encontrarse sin piloto o pilotín. La utilidad y ventaja que proporcionará este establecimiento aún para los que quieran seguir la carrera de la navegación no será bien ponderada jamás, ni yo puedo hacerla ver más claramente que llamando la atención de V.V.S.S. a los progresos que han hecho los jóvenes en las innumerables escuelas que de estos principios tiene…”. Al fomentar el transporte fluvial no habrá pasado por alto la recomendación de Pascal cuando dice que “los ríos son caminos que andan”. 1

Belgrano también planteaba la creación de una Escuela de Matemáticas, iniciativa que no pudo llevar a cabo por la resistencia de la Corte. Por lo cual se abocó de lleno a la iniciación de actividades de la Escuela de Náutica. Esta, apoyada en las propuestas del Piloto Agrimensor General del Virreinato don Juan de Alsina – actas del 27 de agosto de 1798 y del 3 de setiembre de ese mismo año- y del consiliario Agustín García, junto al Capitán de Navío Don Félix de Azara, – según acta del 38 de febrero de 1799 – concreta su erección por acta del 30 de marzo de 1799. 2

El primer director de la Escuela fue Pedro Cerviño, siendo el segundo director Juan de Alsina, según acta del 9 de septiembre de 1799. Se le avisa al gobernador de Montevideo la creación del establecimiento, solicitándole su opinión a favor de las funciones asignadas al mismo.

Se le encarga a Belgrano la redacción del Reglamento de la Escuela de Náutica, que se inscribe en acta del 2 de diciembre de 1799..El análisis del Reglamento es muy interesante, para conocer las ideas belgranianas de fomento de la navegación fluvial. En su artículo primero, se establece la misión de la Escuela, que consiste en “el estudio de la Ciencia Náutica”, a fin de lograr “progresos, bien sea en el Comercio, bien en la Milicia o en cualquier otro estudio”. De esta manera, se refiere no solamente a una Marina Mercante, sino que abre la posibilidad de la formación en un futuro de una Marina de Guerra. 3

Debemos recordar que Belgrano se preocupaba en aumentar la capacidad económica del Virreinato, tanto en la producción de materias primas, agrícolo-ganaderas, como en las manufacturas, siendo uno de sus principales objetivos lograr el bienestar de sus pobladores. Dentro de este esquema era necesario mejorar las comunicaciones marítimas, ocupándose de la seguridad del comercio fluvial, costero y oceánico.

Se fijaba las responsabilidades de los dos maestros directores, estableciendo el contralor por parte de los integrantes de la Junta del Consulado. Estos no sólo deberían contar con capacidad profesional sino también con “regularidad de sus costumbres”.

El Reglamento trata de diferentes tópicos, a saber: condiciones de los alumnos, vacantes, materias, horas de clase, calendario escolar, obligaciones de los directores fuera de la escuela, exámenes, premios, castigos, establecimiento de un Santo Patrono. Resulta de interés conocer cuales eran las materias que se enseñaban en la Escuela: geometría elemental y práctica, trigonometría rectilínea y esférica, hidrografía, dibujo, álgebra, aritmética, cosmografía, geografía u descripción del Globo, elementos de navegación y construcción y uso de los instrumentos.

El sentimiento religioso de Belgrano también se halla presente en este Reglamento, al designar como Patrono de la Escuela, a San Pedro González Telmo Belgrano, en su accionar en el Consulado, se revela como un verdadero estadista, y como tal tenía un marcado interés por el aspecto marítimo, ocupándose de la seguridad en la navegación, y de la existencia de puertos seguros. Debemos señalar que Montevideo era un excelente puerto, no así Buenos Aires, por el fango de sus costas. La ensenada de Barragán era un buen puerto en la orilla occidental del Río de la Plata, ya que ofrecía protección a los temporales del sector sur: Pampero y Sudestadas.

No se limitaba al puerto, porque éste debía estar conectado con buenos caminos, puentes, etc, facilitando las comunicaciones y el comercio.

Dada la necesidad de que Buenos Aires contara con un muelle de pasajeros, inició los trabajos sin esperar la autorización de la Metrópoli.

Sin embargo, esta labor encomiable de Belgrano no prosperaría, dado que contaba con diferentes obstáculos. Dentro de la Escuela, donde los alumnos planteaban quejas respecto a la excesiva importancia que se le daba al estudio de la aritmética, en relación a la instrucción de los elementos de náutica. El Consulado accedió al cambio, produciéndose entonces la renuncia del subdirector Alsina, quien promovía el estudio de la matemática en los programas de estudio.

La mayor oposición, fue la de los comerciantes de Montevideo, que competían con el comercio de Buenos Aires, y se opusieron desde un comienzo a la creación de la Escuela de Náutica, y finalmente consiguieron que por Real Orden del 15 de septiembre de 1806, se clausurara esta Escuela.

Lamentablemente, este proyecto sufrió, como muchos otros que emprendiera Belgrano, como secretario del Consulado, la oposición de sectores que veían lesionados sus intereses, impidiendo que se concretaran los sueños de bienestar y desarrollo proyectados por Belgrano. –

fragata2 fragata

 

 

 

 

 

  1. Atilio Aníbal Barbadori, Accionar del General Doctor Manuel Belgrano a favor de la creación de las marinas mercante y de guerra. Una epopeya frustrada. En: Instituto Nacional Belgraniano, Segundo Congreso Nacional Belgraniano, Buenos Aires, 1994, p. 57.
  2. Atilio Aníbal Barbadori, op. cit., p.57.
  3. Instituto Belgraniano Central, Documentos para la historia del General Don Manuel Belgrano. Buenos Aires, 1982, tomo I, p.p.358-365.

Top