Antes de entrar en el tema es importante establecer el carácter que tuvieron las Guerras de la Independencia del Alto Perú –hoy Bolivia- y el territorio norte de la actual República Argentina. Este territorio en esos momentos constituía el Virreinato del Río de la Plata y, a partir de 1816, las Provincias Unidas en Sudamérica.
Las primeras manifestaciones ocurridas en el Alto Perú, dada la situación de España y la serie de acontecimientos que se desenvolvían en el territorio americano, se producen en las ciudades de Chuquisaca y La Paz en 1809, cruelmente reprimidas por las tropas realistas. Semejantes movimientos se harían sentir poco después con fuerza en todo el ámbito hispanoamericano, muy especialmente en Salta, Jujuy, Orán y Tarija.
Mitre llamó a la lucha que se desplegó en estos territorios Guerra de Republiquetas, que enmarcaron los gritos de libertad e independencia que tuvieron como fuerza indiscutible el accionar de todo un pueblo. Hoy se la llama guerra de guerrilla o guerra de recursos.
Nuestros caudillos y sus fuerzas irregulares hostilizaron a los aguerridos ejércitos españoles que habían actuado contra las huestes napoleónicas, al frente de bravos capitanes como lo fueron Gavino Saravia y Luis Burela, que respondían a Martín Miguel de Güemes, quien hizo la guerra sin cuartel pasando ésta a la historia como Guerra Gaucha.
El pronunciamiento revolucionario del Alto Perú por sus características fue un movimiento total de la Nación en armas. En ellas lucharon hombres, mujeres y niños, todos dieron su vida por la idea común de patria. Hombres, mujeres, sacerdotes, funcionarios, criollos, mestizos e indios unificaron esfuerzos en esta epopeya.
Entre 1809 y 1810 la guerra de guerrillas en el Alto Perú tuvo una significación diferente que la librada en el noroeste argentino. La geografía y el carácter de la lucha le dio singularidad a la misma. Esta era cruel y sanguinaria, al tiempo que era heroica por sus sacrificios y hazañas.
Se caracterizó por la humildad de sus caudillos y su arrojo. Sucumben y aparecen otros, brotan de las montañas y del seno de las selvas y los bosques. Son exterminados, vencidos y martirizados, pero ellos jamás se extinguen pues fueron fecundando en la sangre de otros el ideal de patria.
Los historiadores hablan de más de 102 caudillos que actuaron en esta lucha heroica y que sólo 9 sobrevivieron. Los 93 restantes subieron al cadalso o se extinguieron en los campos de batallas. También la heroicidad de las mujeres estuvo presente de manera efectiva en estas luchas.
Los centros de resistencia se llamaban republiquetas. A saber: La del norte con centros en Ayopaya-Omasuyos. Con centro en Chayanta, que dominaba las comunicaciones con Oruro, Cochabamba-Chuquisaca. Otra en Mizque, que circundaba a Cochabamba y se comunicaba con Santa Cruz de la Sierra y Valle Grande. Otra en Río Grande hacia el Pilcomayo. Otra en Cinti con comunicaciones en Porcos-Cotagaita y se extendía hacia Tarija y el Chaco Boreal.
Los caudillos más importantes eran: norte: Munecas y Lanza; centro: Arce y Arenales; sud: Padilla, Camargo, Umaña y Uriondo y oriente: Warnes y Mercado. En Tarija se encontraban: Manuel y Ramón Rojas, Francisco de Uriondo, Eustaquio Méndez, alias el Moto, José Fernández Campero, marqués de Yavi. Los de Tarija respondían a Guemes y a Belgrano.
En este marco tuvo lugar la segunda rebelión de Cochabamba en 1812. Fernando de Abascal –Virrey de Lima- organizaba en Perú las hordas de Mateo Pumakagua, quien con 4000 indios arrasó La Paz, Oruro y Cochabamba. Pumakagua luego se vuelca a la causa independentista y atacó a los españoles en Arequipa. En tanto, Mariano Pinelo e Idelfonso de las Muñecas llegaban al Desaguadero para vencer a los españoles. Siguieron a La Paz, donde tuvieron importantes victorias. El gobernador de La Paz –Valde Hoyos- hizo minar el palacio y colocó barriles de pólvora en el cuartel general. El pueblo amotinado provocó una terrible carnicería. El coronel Juan Ramírez con 2000 hombres atacó a los guerrilleros – Pinelo y Muñecas- provocando también una terrible venganza y persiguió a Pumakagua, venciéndolo a orillas del Umachiri en las Chungas.
El pueblo de Cochabamba se había revelado contra Pumakagua y, bajo la dirección de Esteban Arce, depuso al gobernador Allende y creó una junta presidida por Mariano Antezana. Las fuerzas rebeldes atacaron a Oruro y La Paz. Esteban Arce intimó la rendición de Oruro. No obstante los realistas vencieron en Guanipaya.
Los realistas tratan de contener los avances guerrilleros, así el coronel Lombera y el teniente coronel Augusto Huici, al igual que Goyeneche, saliendo de La Paz, Oruro y Chuquisaca, tratan de sofocar la segunda rebelión en Cochabamba. Se va a producir el combate de Queñual el 22 de mayo de 1812. Goyeneche, desde Mizque y apoyado por el coronel Imas, sostendrá encuentros sangrientos, como la batalla de Queñual a la altura de Pocoma, donde es derrotado por Arce. En tanto Cochabamba, enviaba el 26 de mayo emisario a Goyeneche para exigirle garantías. Este contestó que la provincia estaba bajo la protección del rey. Mellizo, el 27 de mayo de 1812, hizo abrir las puertas de la cárcel, saliendo libres los presos que saquearon las casas de españoles y se armaron para enfrentar a Goyeneche. Se situaron en el Cerro de San Sebastián y fustigaron a las tropas realistas, pero en el momento culminante, faltó la decisión de los hombres y ésta fue sostenida por las mujeres de Cochabamba, que pelearon hasta el sacrificio, recibiendo el nombre de heroínas. Algunos autores señalan que la acción se vio dificultada por celos entre Arce y Antezana por el mando.
El soldado Francisco Turpin escribió a Belgrano, relatándole la acción de Cochabamba, con fecha 4 de agosto de 1812 en Jujuy (1). Señala que el ejército enemigo rompió fuego después de haber hablado el capitán de caballería Jacinto Terrazas con ellas, que sostuvieron no querer rendirse y más bien tendrían la gloria de morir matando. Seguido esto, el embajador que había llegado de Cochabamba, murió en manos de las mujeres. Estas, con los rebozos atados a la cintura, haciendo fuego por espacio de tres horas, enfrentaron al enemigo, por cuatro puntos del cerco. Murieron así 30 mujeres, 6 hombres de garrote y 3 fusileros. La caballería enemiga rompió el cerco y, bajo el ruido del fusil y del cañón, atacaron el lugar. Poco después, entraron a sangre y fuego, pasando por las armas a algunos guerrilleros y mujeres. La ciudad fue totalmente saqueada y quemadas todas las cementeras, provocando con ello el terror. A duras penas algunos pudieron salvarse y huir hasta Chayanta. Los realistas se ensañaron con niños, viejos y viejas, salvándose las mujeres de buen parecer.
Belgrano exalta la valiente acción de las mujeres cochabambinas y el sacrificio de su gente, exclamando:
“Gloria a las cochabambinas que se han demostrado con un entusiasmo digno de que pase a la memoria de las generaciones venideras.
Ellas han dado un ejemplo que debe exitar, Señor Excelentísimo, los sentimientos más apagados por la patria, y estoy seguro de que no será el último con que confundan a las de su sexo que alucinadas, trabajan en contra de la causa sagrada, y aún a los hombres que prefieren la esclavitud, por no exponer sus vidas para asegurar nuestros justos derechos.”
El heroico comportamiento de las mujeres cochabambinas ha sido reconocido por el pueblo boliviano y su gobierno, declarándose el 27 de mayo Día de la Madre, en honor a estas ilustres Heroínas de la Coronilla.
El año 1812 finaliza con grandes sufrimientos y suerte varia para los caudillos o patriotas frente a los realistas o godos. El año 1813, Belgrano al triunfar en Tucumán y Salta, logra alcanzar Jujuy. Los de Cochabamba y Chayanta, refugiados en el territorio argentino, se incorporan a sus filas. Es así que ratifica en sus ascensos a Padilla y a Arce. Los patriotas en Santa Cruz, Chuquisaca, Oruro, Potosí y La Paz, se movilizan ante el accionar de Belgrano, quien envía una fuerza de vanguardia al mando de Eustaquio Díaz Vélez, a fin de ocupar Potosí y Oruro. El júbilo de los patriotas es inmenso, numerosas proclamas así lo justifican. Belgrano entra a Potosí el 21 de junio de 1813 y es obsequiado por las damas potosinas con la famosa Tarja de oro y plata, designándole Protector del Continente Americano, agradeciendo- además- sus preocupaciones por la mujer y la educación de los niños y las medidas de orden y de administración trazadas por el pueblo altoperuano. Recordemos que arregló la administración en su calidad de Capitán General y buscó dotar a la región de un sistema político y administrativo. La dividió en 8 provincias- inicialmente esta jurisdicción se componía de 4-, confió al coronel Alvarez de Arenales la gobernación e intendencia de Cochabamba; a Ortiz de Ocampo la de Charcas y a Warnes, la gobernación de Santa Cruz de la Sierra y los gobiernos de Mojos y Chiquitos. (2)
- Documento N° 299. Oficio original del soldado Francisco Turpin al General Manuel Belgrano señalando la heroicidad de las mujeres de Cochabamba. Jujuy, 4 de agosto de 1812 en Instituto Nacional Belgraniano, Documentos para la historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV, 1811-1812, Buenos Aires, 2003, pp. 554-557.
- Véase: La tarja de Potosí. Un símbolo americano.
Extractado de una conferencia dictada por la Dra. Cristina Minutolo de Orsi en la Asociación de Mujeres Bolivianas en la Argentina. Embajada de Bolivia, octubre 2005.