Cuando se hicieron la exhumación de los restos de Belgrano que estaban sepultados en el atrio de Santo Domingo, para ser colocados en una urna, que iría dentro del mausoleo a inaugurarse en octubre de 1902, ocurrió un hecho insólito.
El 4 de setiembre de 1902,a las dos de la tarde tuvo lugar la exhumación de los restos del general Belgrano, en presencia de la comisión designada por el gobierno, (segunda presidencia de Julio Argentino Roca), e integrada por los: ministro del Interior Dr. Joaquín V. González, el de Guerra Coronel Pablo Riccheri y con la presencia del presidente de la Comisión Central para la Construcción del Mausoleo, Gabriel L. Souto; del Prior del Convento de Santo Domingo, Fray Modesto Becco; Carlos Vega Belgrano y subteniente Manuel Belgrano, descendientes del general; el subsecretario del Interior. Dr. Armando Claros; el Inspector General de Sanidad del Ejército, Dr. Marcial Quiroga; el Presidente del Departamento Nacional de Higiene, Dr. Carlos Malbrán; el Jefe del Arsenal de Guerra, Coronel Justo Domínguez, Dres. Luis Peluffo y C. Massot, se procedió ante el escribano mayor del gobierno, Enrique Garrido, a exhumar los restos de Belgrano, para ser depositados en el Mausoleo próximo a inaugurarse. Las noticias aparecieron en La Nación y La Prensa del día 5 de setiembre; La Prensa de los días 6 y 7 del mismo mes, y la Revista Caras y Caretas, de 13 de diciembre de ese año. (1)
Una vez realizada la excavación, que vigilaba el escultor Ximenes, se removió la tierra del fondo de la fosa y aparecieron algunos huesos del esqueleto de Belgrano, varios trozos de madera y unos cuantos clavos de bronce. Los huesos fueron colocados en una bandeja de plata. La denuncia del diario La Prensa, en su artículo del 5 de setiembre, es por demás elocuente:
(2) “Llama la atención que el escribano del Gobierno de la Nación no haya precisado en este documento los huesos que fueron encontrados en el Sepulcro; pero no es esta la mayor irregularidad que es permitido observar en este acto, que ha debido ser hecho con la mayor solemnidad, para honrar al honrar al héroe más puro é indiscutible de la época de nuestra emancipación *, y también es necesario decirlo, para honrar nuestro estado actual de cultura. Entre los restos del glorioso Belgrano que no habían sido transformados en polvo por la acción del tiempo, se encontraron varios dientes en buen estado de conservación, y admírese el público esos despojos sagrados se los repartieron buena, criollamente, el Ministro del Interior y el Ministro de la Guerra. *Ese despojo hecho por los dos funcionarios nacionales que nombramos, debe ser reparado inmediatamente, porque esos restos forman una herencia que debe vigilar severamente la gratitud nacional: no son del Gobierno sinó del pueblo entero de la República, y ningún funcionario, por más elevado ó irresponsable que se crea, puede profanarla. Que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación, y que el escribano labre un acta con el detalle que todos deseamos y que debe tener todo documento histórico…”
Resulta de sumo interés el elevado concepto que gozaba el prócer en esos momentos, y como se destacaba su honestidad al decir que fue el “patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación”.
El episodio se resolvió felizmente. En el artículo del diario La Prensa del 6 de setiembre titulado “La razón del despojo”, se mencionaba que recibieron dos cartas del R.P. Beco, prior del Convento de frailes dominicos, en las que se explicaba los hechos según las declaraciones de los ministros, aclarando que ambos le remitieron las preciadas reliquias, encontrándose éstas en su poder y bajo la custodia de esa comunidad, como el resto de las cenizas. Según sus cartas: el Dr. Joaquín V. González, Ministro del Interior, llevó el diente del General Belgrano para mostrárselo a varios de sus amigos, mientras el Ministro de Guerra, llevó el diente para presentarlo al General Bartolomé Mitre.
- José Luis Molinari, Manuel Belgrano, sus enfermedades y sus médicos. En: REVISTA HISTORIA, T.III, año V, junio-septiembre 1960, N 20.Colección Mayo patrocinada por la Comisión Nacional de Homenaje al 150 Aniversario de la Revolución de Mayo. 1810-1960, p. 141.
- José Luis Molinari, op.cit., pp.141-142